lunes, 6 de octubre de 2008

EL CHORRILLO (I)



Corre 1952, cabe destacar la calma chicha que impera en las dos bahías como son conocidas en Ceuta la zona norte y sur del mismo mar Mediterráneo que la rodea. La zona norte, en la que se divisa en lontananza el Peñón de Gibraltar y la costa de la península Ibérica, tiene playas que habitualmente casi no son apreciadas por la inmensa mayoría de los ceutíes, en parte porque es una costa agreste hipotecada por el puerto de la ciudad y en parte porque sus aguas son mucho más frías que en la bahía sur.
La bahía norte es reservada específicamente para estancias largas en las playas más alejadas del centro de la ciudad, como Calamocarro y Benzú; normalmente la gente ceutí acude a la playa de Benítez, preferentemente los vecinos de los alrededores de la misma, ocupando los mínimos espacios que dejan libres las concesiones de casetas militares, que casi copan toda la playa en un auténtico alarde de abuso de poder. Más al este, se encuentra la playa de San Amaro, semiescondida entre el inicio del muelle de Alfau y la muralla que conforma la carretera de acceso al Cementerio. El acceso a esta playa se realiza a través de un agujero abierto en un muro antiquísimo.
La bahía sur dispone de playas buenas y otras no tan buenas. La playa del Tarajal está formada por una estrecha franja de arena negra y detritus terráqueos, jalonada cada cierta distancia por rocas como minúsculos cabos que se adentran en el mar. Las peñas abundan mar adentro. A continuación viene la pequeña y pedregosa playa de La Almadraba, con sus rocas, factorías de salazones y redes atuneras que le dan nombre. Por el lado más al norte de la bahía sur, ya cerca de las estribaciones del monte Hacho, existe la playa del Sarchal, playa que no tiene de nombre más que una escuálida zona conformada, como todo el resto de esa zona costera, por cantos rodados de todos los tamaños y pulidos desde tiempos inmemoriales por la fuerza de las olas. Acceder a la playa del Sarchal ya es toda una aventura por cuanto hay que descender por el inestable acantilado o bien cruzar túneles no habitualmente concurridos. Poco más allá, cerca de la cárcel de mujeres, existe un túnel iluminado de uso exclusivamente para los militares y sus familiares. Otro descarado abuso de poder de la época.
Por el centro de la ciudad destaca la playa de La Ribera que no es en realidad una playa. Está ocupada en su mayor parte por factorías conserveras y el resto de la zona se encuentra invadida por barcas pesqueras de todos los tamaños y hechuras. Algun que otro taller de maestros calafates y unas pequeñas cabañas completan el paisaje, deprimente por sí mismo.
Salvando el pequeño baluarte que se extiende hacía el mar en la parte sur de la mencionada playa de La Ribera, conocido como Baluarte de la Peña, se extiende una estrecha playa de gris y negra arena de larga tradición entre los caballas de todos los tiempos. Es la playa del Chorrillo que se extiende desde el ojo del puente de Nuestra Señora de África, bajo el que fluyen las aguas del foso, hasta cerca de La Almadraba donde cambia de nombre a favor del de la barriada.
Se accede a la playa por una escalera ubicada en uno de los laterales del foso, cabe la gasolinera de la Shell, una de las primeras de Ceuta, y que desciende bajo el puente hasta una especie de plataforma como un muelle de cemento. Esta especie de muelle de cemento, en la parte donde reposan los arcos del puente, está transformado en un inmenso cuarto de servicios al aire libre donde muchos de los bañistas masculinos hacen sus necesidades a la vista de otros y donde se cambian la vestimenta por el traje de baño y viceversa en una clara demostración de exhibicionismo pacato. Los mojones de mierda siembran al completo la propia plataforma y el hedor que despide se extiende hasta más allá del acceso, únicamente tamizado por los vapores de los combustibles de la cercana gasolinera. Muchos sofocos producen a las señoras y señoritas que pasan por una especie de corredor tras los arcos del puente, arcos que la gente joven e insensata osan escalar usándolos como acceso al trampolín que creen ver en el cuadrante norte del arco frente a la bahía sur que da al mar. Los escalofriantes saltos que dan tienen trazas de ser mortales, dada la escasa profundidad de las aguas del foso y la altura de la base desde donde se arrojan, en una primigenia edición de “puenting” pero sin cuerdas de seguridad.
El Chorrillo es la playa más concurrida de todas las de la ciudad, dispone de un chiringuito habitualmente completo de gente que se pasan horas y horas bebiendo la popular y excelente cerveza ceutí de nombre tan llamativo como es “África Star”, siempre acompañada por las tapas, espectaculares y sabrosas, que sirven con soltura. Delante del chiringuito se extiende una plataforma de madera con mesas y sillas de tijera, totalmente ocupadas por familias enteras de bañistas, que a la vez copa buena parte de la playa, casi hasta la orilla. Detrás y a los lados del chiringuito y sobre plataformas de listados de madera se encuentran las casetas-vestuarios, de pago, con los típicos decorados de todas las playas de la época y de siempre: franjas verticales azules y blancas.

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